viernes, 1 de octubre de 2010

OPINA QUE ES GRATIS: "DESPUÉS DEL 29 S" - Ángel García, Secretario provincial PCE Salamanca


Artículo publicado en el periódico El Adelanto de Salamanca el día 1 de octubre de 2010.

El día 29 S quedó dibujado un cuadro con trazos muy gruesos, otros más finos y muchos que quedaron fuera del marco o que son parte de otro retrato que queda por pintar.

Fue un día convulso, claro. Los trabajadores, a través de la mayoría de sus sindicatos, decidieron movilizarse para comunicar al Gobierno que rechazaban su política económica y su contrarreforma laboral.

Desgraciadamente hay pocos medios que les permitan a los trabajadores defender sus derechos y uno de los pocos que se les permite es la huelga (por si alguien no lo sabe o se le ha olvidado, se trata de un derecho fundamental recogido en el artículo 28.2 de la Constitución). Hacer uso del derecho de huelga no es propio de salvajes, que poco menos que éste era el retrato que pintaban algunos medios. No. La huelga ha servido históricamente para conquistar derechos sociales, laborales y económicos de los trabajadores o, como en este momento, evitar que se pierda lo que tanto sufrimiento costó alcanzar.

Sin los sindicatos de clase, los trabajadores estaríamos a merced de la voluntad de los empresarios. De ahí el ataque tan violento que han sufrido durante las semanas previas a la movilización. Uno de los objetivos de la contrarreforma laboral es reducir su margen de acción en la negociación colectiva, porque los trabajadores organizados logran mejorar sus condiciones de trabajo. Sin embargo, con el ataque a las organizaciones sindicales y con el desprecio hacia los trabajadores organizados, se persigue debilitar lo máximo posible sus intereses y evitar así que éstos puedan mejorar sus condiciones de vida.
 

Ayer también fue un día en el que del cuadro pintado quedaron trazos gruesos de violencia de los piquetes, de lo delincuentes que son los trabajadores y, apenas en él, se veía alguna pincelada del comportamiento extremo que, en alguna ocasión, tuvo la policía, también en Salamanca. El Subdelegado del Gobierno mandó proteger a las empresas y agredir a los trabajadores. Imágenes como la de los antidisturbios custodiando determinados centros comerciales dibujaba una estampa que convenía dejar fuera del cuadro, como la agresión extrema a jóvenes piquetes informativos. La policía usó una violencia antigua y añeja, que tornaba a sepia el color del lienzo y que ese comportamiento contra activos militantes de izquierda, parecía advertir que las cosas podrían no haber cambiado tanto si los trabajadores continúan en su empeño irreverente de luchar por sus intereses.

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