Publicamos este artículo del estudiante de Sociología Roberto Cilleros Conde, miembro del Consejo de Gobierno de la Universidad de Salamanca por el Colectivo Estudiantil Alternativo (CEA) sobre el Proceso de Bolonia.
¿Convergencia europea o transformación anglosajona?
En la actualidad, España está viviendo un proceso de reforma educativa denominado comunmente como "Proceso de Bolonia", que pretende adaptar el sistema universitario español al Espacio Europeo de Educación Superior y de paso introducir ciertos criterios que poco o nada tienen que ver con el pretexto inicial de "convergencia europea". Dicho proceso de cambio va más allá de la simple reforma del funcionamiento de la Universidad, y supone una transformación radical de la estructura universitaria española hasta el punto de tener importantes consecuencias en el ámbito educativo y social.
El llamado Proceso de Bolonia modifica la estructura básica universitaria desapareciendo los primeros y segundos ciclos. Se transforman las actuales licenciaturas y diplomaturas en los llamados "grados". Los grados deben ser generalistas, dejando la especialización a los denominados posgrados; y además, deben dejar de priorizar la obtención de conocimientos para priorizar en la adquisición de capacidades transversales. Este punto es vital para analizar en qué se ha convertido el proceso, ya que la importancia que adquieren dichas capacidades transversales debe ser entendida como una generalización de los contenidos del grado. Esto implica que se prepara al alumno no en función de lo que requiera la materia de estudio sino en función de lo que requiere el actual mercado de trabajo, es decir, un adiestramiento de los alumnos para que sean futuros trabajadores dúctiles[1], justo a la medida del mercado laboral incierto y flexible en el que nos encontramos.
Podemos observar esto como la transformación del estudiante en aprendiz, ya que lo importante no es adquirir conocimientos de interés para la materia de estudio en sí, sino que lo importante es adquirir capacidades útiles en el mercado laboral. Pero además, no se convierte en un aprendiz especializado en algo (esto lo serán los que realicen un posgrado), sino que se convierte en un aprendiz de algo general y poco concreto para que su destino sea acceder a cualquier puesto de trabajo, aunque no tenga relación alguna con la materia de estudio. Esto nos recuerda a la modernidad líquida de la que nos habla Bauman[2], es decir, el estudiante de biología pasa de prepararse para algo concreto, sólido, a prepararse para la fluidez característica del mercado laboral. Siguiendo con el mismo ejemplo, el alumno del grado de biología debe prepararse primero como futuro trabajador, y ya en segundo plano como biólogo.
Esto muestra uno de los trasfondos que esconde el Proceso de Bolonia, el de la mercantilización de la Universidad, ya que se permite que el sistema económico (y por tanto la élite que lo controla) dicte cómo deben ser los planes de estudio de los grados y qué debe investigarse en los posgrados. Aquí, la "independencia moral y científica de todo poder político y económico" de la que hablan los principios fundamentales de la Universidad[3], se ve en entredicho.
Por otro lado, el nuevo sistema de créditos ECTS[4] conlleva, en nombre de la "renovación pedagógica", a una ampliación del tiempo que el estudiante debe dedicar al estudio. Mientras que el crédito antiguo suponía 10 horas de clase, el crédito ECTS supone 25-30 horas de trabajo personal. Lo que realizando un cálculo medio se convierte en unas ocho horas de estudio diario, igualando prácticamente la jornada semanal de estudio a la jornada laboral[5]. El tiempo de ocio del que dispone el estudiante se reduce aproximadamente a la mitad del que tenía antes, algo que se ha podido comprobar en aquellas licenciaturas que han desarrollado estos años planes piloto o en aquellas en las que el grado ya está en funcionamiento[6]. El aumento del tiempo de estudio y la consecuente disminución del tiempo libre, produce una proletarización parcial del estudiante, ya que el estudiante ve su tiempo de ocio reducido a comer, estudiar y dormir. Un estudiante de grado que quiera igualarse con el estudiante de los planes antiguos[7] en cuanto al tiempo dedicado a actividades de ocio que no sean comer y dormir[8] , tendrá que dejar parte de sus estudios de lado, o dormir menos.
Concluyendo, el Proceso de Bolonia se ha convertido, bajo la excusa del "somos Europa", en una transformación del sistema universitario español que esconde un proceso oculto de mercantilización de la Universidad y de proletarización del estudiante, lo que nos lleva a la anglosajonización de nuestro sistema educativo y a la supeditación de éste al modelo económico instaurado por la minoria financiera y empreserial.
Una vez más[9], el europeísmo ha sido la coartada perfecta para introducir unos cambios más que discutibles, y que en muchos casos poco o nada tienen que ver con el espíritu inicial, mostrándonos el déficit democrático que sufre la Unión Europea.
Roberto Cilleros,
estudiante de Sociología
y miembro del Consejo de Gobierno de la Universidad de Salamanca por CEA
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[1] Estas mismas palabras se utilizan en el Proyecto Tuning, proyecto diseñado por dos universidades privadas y que se adopta para la consecución del EEES.
[2] "Modernidad Líquida" Zigmunt Bauman
[3] "Carta Magna de las Universidades Europeas" Firmada en Bolonia por los rectores de las universidades europeas en 1988.
[4] "European Credit Transfer System" o "Sistema Europeo de Transferencia de Crédito".
[5] Cálculo extraído del artículo "¿Qué trampas esconde el Proceso de Bolonia?" publicado por la asociación universitaria CEA.
[6] La titulación de Sociología de la Universidad de Salamanca puede ser un ejemplo, aunque podemos encontrar fácilmente ejemplos más claros en otras facultades.
[7] En el caso de la titulación de Sociología de la USAL este ejemplo no valdría, ya que los estudiantes de los últimos años han sido una especie de coballas por medio de planes piloto, por lo que hace ya años que empezaron a sufrir el aumento de la jornada diaria de estudio.
[8] Actividades como ver la TV, salir con los amigos, leer una novela, participar en una asociación, tener un hobbie, ayudar en una ONG, ir a su ciudad de origen con su familia, etc.
[9] En este caso el Proceso de Bolonia. Anteriormente: Directiva Retorno, Constitución Europea, extensas jornadas laborables, moneda única, liberalización de los mercados, etc.
¿Convergencia europea o transformación anglosajona?
En la actualidad, España está viviendo un proceso de reforma educativa denominado comunmente como "Proceso de Bolonia", que pretende adaptar el sistema universitario español al Espacio Europeo de Educación Superior y de paso introducir ciertos criterios que poco o nada tienen que ver con el pretexto inicial de "convergencia europea". Dicho proceso de cambio va más allá de la simple reforma del funcionamiento de la Universidad, y supone una transformación radical de la estructura universitaria española hasta el punto de tener importantes consecuencias en el ámbito educativo y social.
El llamado Proceso de Bolonia modifica la estructura básica universitaria desapareciendo los primeros y segundos ciclos. Se transforman las actuales licenciaturas y diplomaturas en los llamados "grados". Los grados deben ser generalistas, dejando la especialización a los denominados posgrados; y además, deben dejar de priorizar la obtención de conocimientos para priorizar en la adquisición de capacidades transversales. Este punto es vital para analizar en qué se ha convertido el proceso, ya que la importancia que adquieren dichas capacidades transversales debe ser entendida como una generalización de los contenidos del grado. Esto implica que se prepara al alumno no en función de lo que requiera la materia de estudio sino en función de lo que requiere el actual mercado de trabajo, es decir, un adiestramiento de los alumnos para que sean futuros trabajadores dúctiles[1], justo a la medida del mercado laboral incierto y flexible en el que nos encontramos.
Podemos observar esto como la transformación del estudiante en aprendiz, ya que lo importante no es adquirir conocimientos de interés para la materia de estudio en sí, sino que lo importante es adquirir capacidades útiles en el mercado laboral. Pero además, no se convierte en un aprendiz especializado en algo (esto lo serán los que realicen un posgrado), sino que se convierte en un aprendiz de algo general y poco concreto para que su destino sea acceder a cualquier puesto de trabajo, aunque no tenga relación alguna con la materia de estudio. Esto nos recuerda a la modernidad líquida de la que nos habla Bauman[2], es decir, el estudiante de biología pasa de prepararse para algo concreto, sólido, a prepararse para la fluidez característica del mercado laboral. Siguiendo con el mismo ejemplo, el alumno del grado de biología debe prepararse primero como futuro trabajador, y ya en segundo plano como biólogo.
Esto muestra uno de los trasfondos que esconde el Proceso de Bolonia, el de la mercantilización de la Universidad, ya que se permite que el sistema económico (y por tanto la élite que lo controla) dicte cómo deben ser los planes de estudio de los grados y qué debe investigarse en los posgrados. Aquí, la "independencia moral y científica de todo poder político y económico" de la que hablan los principios fundamentales de la Universidad[3], se ve en entredicho.
Por otro lado, el nuevo sistema de créditos ECTS[4] conlleva, en nombre de la "renovación pedagógica", a una ampliación del tiempo que el estudiante debe dedicar al estudio. Mientras que el crédito antiguo suponía 10 horas de clase, el crédito ECTS supone 25-30 horas de trabajo personal. Lo que realizando un cálculo medio se convierte en unas ocho horas de estudio diario, igualando prácticamente la jornada semanal de estudio a la jornada laboral[5]. El tiempo de ocio del que dispone el estudiante se reduce aproximadamente a la mitad del que tenía antes, algo que se ha podido comprobar en aquellas licenciaturas que han desarrollado estos años planes piloto o en aquellas en las que el grado ya está en funcionamiento[6]. El aumento del tiempo de estudio y la consecuente disminución del tiempo libre, produce una proletarización parcial del estudiante, ya que el estudiante ve su tiempo de ocio reducido a comer, estudiar y dormir. Un estudiante de grado que quiera igualarse con el estudiante de los planes antiguos[7] en cuanto al tiempo dedicado a actividades de ocio que no sean comer y dormir[8] , tendrá que dejar parte de sus estudios de lado, o dormir menos.
Concluyendo, el Proceso de Bolonia se ha convertido, bajo la excusa del "somos Europa", en una transformación del sistema universitario español que esconde un proceso oculto de mercantilización de la Universidad y de proletarización del estudiante, lo que nos lleva a la anglosajonización de nuestro sistema educativo y a la supeditación de éste al modelo económico instaurado por la minoria financiera y empreserial.
Una vez más[9], el europeísmo ha sido la coartada perfecta para introducir unos cambios más que discutibles, y que en muchos casos poco o nada tienen que ver con el espíritu inicial, mostrándonos el déficit democrático que sufre la Unión Europea.
Roberto Cilleros,
estudiante de Sociología
y miembro del Consejo de Gobierno de la Universidad de Salamanca por CEA
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[1] Estas mismas palabras se utilizan en el Proyecto Tuning, proyecto diseñado por dos universidades privadas y que se adopta para la consecución del EEES.
[2] "Modernidad Líquida" Zigmunt Bauman
[3] "Carta Magna de las Universidades Europeas" Firmada en Bolonia por los rectores de las universidades europeas en 1988.
[4] "European Credit Transfer System" o "Sistema Europeo de Transferencia de Crédito".
[5] Cálculo extraído del artículo "¿Qué trampas esconde el Proceso de Bolonia?" publicado por la asociación universitaria CEA.
[6] La titulación de Sociología de la Universidad de Salamanca puede ser un ejemplo, aunque podemos encontrar fácilmente ejemplos más claros en otras facultades.
[7] En el caso de la titulación de Sociología de la USAL este ejemplo no valdría, ya que los estudiantes de los últimos años han sido una especie de coballas por medio de planes piloto, por lo que hace ya años que empezaron a sufrir el aumento de la jornada diaria de estudio.
[8] Actividades como ver la TV, salir con los amigos, leer una novela, participar en una asociación, tener un hobbie, ayudar en una ONG, ir a su ciudad de origen con su familia, etc.
[9] En este caso el Proceso de Bolonia. Anteriormente: Directiva Retorno, Constitución Europea, extensas jornadas laborables, moneda única, liberalización de los mercados, etc.
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