Los republicanos y las republicanas de toda condición, herederos del legado social, cultural y emancipador de la II República recogemos los ideales de Justicia, Libertad, Igualdad, Fraternidad y Solidaridad y llamamos a los ciudadanos y ciudadanas a avanzar en la legítima aspiración de una Tercera República para nuestro país.
La Constitución republicana definía al país como una república de trabajadores de toda clase y sostenía que todos los poderes del Estado emanaban del pueblo, de ahí que rechacemos el modo en que la actual Constitución impone a los españoles y las españolas una monarquía heredera directa de la dictadura franquista. No podemos aceptar que se nos hurte la posibilidad de elegir la forma de Estado. Con la monarquía se niega la igualdad ante la ley. Al ser considerada “inviolable” es colocada por encima de toda Ley, ostentando “privilegios y derechos” por “razón de nacimiento”. La monarquía es, simplemente, un lastre para el progreso y la democracia.
Los avances que en ocho años de República alcanzó este país fueron muy superiores a los alcanzados en los ocho siglos precedentes.
La Constitución republicana reconocía ya la igualdad del hombre y de la mujer ante la Ley. La mujer logró su derecho de sufragio activo y pasivo.
El triunfo del Frente Popular hizo que se tomara una mayor conciencia de la importancia política de las mujeres y de la necesidad de que se organizasen eficazmente. Dolores Ibárruri, la primera española que llegó a la Secretaría general de un partido político, animaba a luchar por el derecho al trabajo, iguales salarios, protección de las madres, divorcio sin ninguna traba jurídica ni económica, aborto, guarderías infantiles, abolición de la discriminación sexual en el trabajo; fueron finalmente algunos de los grandes logros sociales de la República.La Constitución republicana declaraba un Estado laico donde la religión formara parte de la vida íntima y personal de cada ciudadano y ciudadana. Las confesiones religiosas eran consideradas como asociaciones y el Estado no ayudaría económicamente a ningún credo.Hoy no estamos ante una sociedad laica porque no hay una separación clara entre el Estado y la Iglesia. El Estado no sólo permite financiar a la Iglesia Católica a través de los impuestos, sino que termina ofreciéndole un adelanto económico mucho mayor de lo que finalmente recauda. Condenamos el papel que la Conferencia Episcopal está ejerciendo de sustento ideológico de un conservadurismo feroz con una intromisión descarada en los asuntos públicos.Por tanto, los republicanos y republicanas apostamos por un Estado laico, en el que las creencias religiosas se expresen en el seno de la conciencia personal de las gentes, y defendemos una enseñanza pública laica, sin asignaturas de religión ni privilegios a ninguna confesión religiosa.
Reclamamos el Estado Federal que, además de ser más justo y equitativo, será el que resuelva definitivamente las actuales discrepancias entre los ciudadanos y las ciudadanas que forman los pueblos de España.
Defendemos el reconocimiento de la memoria histórica republicana. Ya han pasado casi tres cuartos de siglo desde el inicio del terror de Estado y aún hoy, desde las instituciones y órganos de poder mediático, económico y cultural, se quiere mantener en el olvido una parte esencial de nuestra historia. No estamos de acuerdo con la mal llamada Ley de la Memoria aprobada en el Parlamento, porque en ella se hace de la memoria un hecho individual y aislado y no una pretensión colectiva del conjunto de la sociedad de condena de un régimen terrible y genocida y de reconocimiento de la lucha por la libertad y la democracia que costó la vida a miles y miles de ciudadanos y ciudadanas.
Hoy, tras años de ciclo económico favorable, el fantasma de la crisis aparece de nuevo ante la sociedad española. Durante los últimos 15 años la empresa privada ha logrado más beneficios que en los últimos 50, beneficios que no se han traducido en un aumento salarial ni de derechos sociales ni de las grandes capas trabajadoras de nuestro país. Ahora que el ciclo económico se agota, y las grandes empresas se ven arrastradas por la crisis del sector inmobiliario, somos las y los asalariados quienes pagamos sus pérdidas. La desaparición de empresas como Nachi en nuestra provincia, el aumento del paro en la construcción y la precariedad laboral en casi todos los sectores son consecuencia de que el sistema político español sanciona un modelo económico que no se basa en la redistribución equitativa de la renta, sino en la sola garantía de beneficio empresarial. Para compensar las pérdidas de las grandes empresas, vemos cómo se privatiza la educación mediante el Plan Bolonia, cómo se pone en duda la universalidad de la Seguridad Social, y cómo el despido es libre y casi gratuito.
Es el momento de recuperar el proyecto republicano, cuyo fin era situar las necesidades de las grandes capas asalariadas en el centro de las decisiones políticas y económicas de España.
La Tercera República ha de resolver los principales problemas de la juventud actual: una precariedad que afecta ya a cerca del 60%, una educación que se privatiza, un movimiento fascista cada vez más activo y violento que se llevó este año al joven Carlos a quien también homenajeamos hoy y un largo etcétera de problemas que el actual sistema es incapaz de resolver. El objetivo de la juventud es construir una República que ha de incluir como sujeto político y social a una juventud rebelde y transformadora.
A lo largo de la historia del republicanismo español la juventud ha jugado y jugará un papel fundamental. Son las actuales generaciones quienes recogerán el testigo republicano y tendrán que hacer madurar ese proyecto llamado Tercera República.
Un testigo con una larga trayectoria de aportaciones de la juventud: las JSU, la Alianza Juvenil Antifascista, los jóvenes maquis, los jóvenes trabajadores y estudiantes que murieron por un proyecto que hoy debemos recuperar, construir y hacer realidad.
En definitiva, la juventud debe tomar conciencia efectiva, conciencia de clase y conciencia republicana ya que su papel en la construcción de la Tercera República es fundamental.
Por eso condenamos la actitud del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero que ha ilegalizado las dos últimas manifestaciones antifascistas en Madrid, mientras concede permiso a los ultraderechistas a manifestarse contra las organizaciones obreras y los inmigrantes en barrios obreros y pluriétnicos. Frente a la criminalización del movimiento juvenil republicano y antifascista que quiere hacer el Gobierno, sólo podemos decir gracias a los miles de jóvenes que salís a la calle a condenar el fascismo. No permitáis que se os equipare con los racistas y asesinos, vosotros y vosotras sois la única garantía de que algún día lograremos una democracia verdadera, donde el pueblo pueda mandar sobre las grandes empresas, y no al revés: eso y no otra cosa será la Tercera República.
Pero la Tercera ya no es una utopía, se están consiguiendo avances importantes que nos conducirán hacia un Estado republicano y es que múltiples Ayuntamientos y cargos públicos se están sumando, a través de sus plenos municipales, a la exigencia de un Proceso Constituyente. Desde aquí desde esta Plaza de la Constitución hacemos un llamamiento a la gran mayoría asalariada de este país, a la juventud que sufre la precariedad laboral, a los habitantes de los barrios cuyos servicios sociales se ven deteriorados año tras años, a los representantes políticos, al mundo académico, científico, de la Universidad, periodístico, cultural, sindical y a todos los ciudadanos y ciudadanas a hacer suya la exigencia de una República Federal, Solidaria y Laica.
¡POR UNA CONSTITUCIÓN REPUBLICANA FEDERAL, LAICA Y SOLIDARIA!
¡VIVA EL 14 DE ABRIL!
¡VIVA LA REPÚBLICA!
La Constitución republicana definía al país como una república de trabajadores de toda clase y sostenía que todos los poderes del Estado emanaban del pueblo, de ahí que rechacemos el modo en que la actual Constitución impone a los españoles y las españolas una monarquía heredera directa de la dictadura franquista. No podemos aceptar que se nos hurte la posibilidad de elegir la forma de Estado. Con la monarquía se niega la igualdad ante la ley. Al ser considerada “inviolable” es colocada por encima de toda Ley, ostentando “privilegios y derechos” por “razón de nacimiento”. La monarquía es, simplemente, un lastre para el progreso y la democracia.
Los avances que en ocho años de República alcanzó este país fueron muy superiores a los alcanzados en los ocho siglos precedentes.
La Constitución republicana reconocía ya la igualdad del hombre y de la mujer ante la Ley. La mujer logró su derecho de sufragio activo y pasivo.
El triunfo del Frente Popular hizo que se tomara una mayor conciencia de la importancia política de las mujeres y de la necesidad de que se organizasen eficazmente. Dolores Ibárruri, la primera española que llegó a la Secretaría general de un partido político, animaba a luchar por el derecho al trabajo, iguales salarios, protección de las madres, divorcio sin ninguna traba jurídica ni económica, aborto, guarderías infantiles, abolición de la discriminación sexual en el trabajo; fueron finalmente algunos de los grandes logros sociales de la República.La Constitución republicana declaraba un Estado laico donde la religión formara parte de la vida íntima y personal de cada ciudadano y ciudadana. Las confesiones religiosas eran consideradas como asociaciones y el Estado no ayudaría económicamente a ningún credo.Hoy no estamos ante una sociedad laica porque no hay una separación clara entre el Estado y la Iglesia. El Estado no sólo permite financiar a la Iglesia Católica a través de los impuestos, sino que termina ofreciéndole un adelanto económico mucho mayor de lo que finalmente recauda. Condenamos el papel que la Conferencia Episcopal está ejerciendo de sustento ideológico de un conservadurismo feroz con una intromisión descarada en los asuntos públicos.Por tanto, los republicanos y republicanas apostamos por un Estado laico, en el que las creencias religiosas se expresen en el seno de la conciencia personal de las gentes, y defendemos una enseñanza pública laica, sin asignaturas de religión ni privilegios a ninguna confesión religiosa.
Reclamamos el Estado Federal que, además de ser más justo y equitativo, será el que resuelva definitivamente las actuales discrepancias entre los ciudadanos y las ciudadanas que forman los pueblos de España.
Defendemos el reconocimiento de la memoria histórica republicana. Ya han pasado casi tres cuartos de siglo desde el inicio del terror de Estado y aún hoy, desde las instituciones y órganos de poder mediático, económico y cultural, se quiere mantener en el olvido una parte esencial de nuestra historia. No estamos de acuerdo con la mal llamada Ley de la Memoria aprobada en el Parlamento, porque en ella se hace de la memoria un hecho individual y aislado y no una pretensión colectiva del conjunto de la sociedad de condena de un régimen terrible y genocida y de reconocimiento de la lucha por la libertad y la democracia que costó la vida a miles y miles de ciudadanos y ciudadanas.
Hoy, tras años de ciclo económico favorable, el fantasma de la crisis aparece de nuevo ante la sociedad española. Durante los últimos 15 años la empresa privada ha logrado más beneficios que en los últimos 50, beneficios que no se han traducido en un aumento salarial ni de derechos sociales ni de las grandes capas trabajadoras de nuestro país. Ahora que el ciclo económico se agota, y las grandes empresas se ven arrastradas por la crisis del sector inmobiliario, somos las y los asalariados quienes pagamos sus pérdidas. La desaparición de empresas como Nachi en nuestra provincia, el aumento del paro en la construcción y la precariedad laboral en casi todos los sectores son consecuencia de que el sistema político español sanciona un modelo económico que no se basa en la redistribución equitativa de la renta, sino en la sola garantía de beneficio empresarial. Para compensar las pérdidas de las grandes empresas, vemos cómo se privatiza la educación mediante el Plan Bolonia, cómo se pone en duda la universalidad de la Seguridad Social, y cómo el despido es libre y casi gratuito.
Es el momento de recuperar el proyecto republicano, cuyo fin era situar las necesidades de las grandes capas asalariadas en el centro de las decisiones políticas y económicas de España.
La Tercera República ha de resolver los principales problemas de la juventud actual: una precariedad que afecta ya a cerca del 60%, una educación que se privatiza, un movimiento fascista cada vez más activo y violento que se llevó este año al joven Carlos a quien también homenajeamos hoy y un largo etcétera de problemas que el actual sistema es incapaz de resolver. El objetivo de la juventud es construir una República que ha de incluir como sujeto político y social a una juventud rebelde y transformadora.
A lo largo de la historia del republicanismo español la juventud ha jugado y jugará un papel fundamental. Son las actuales generaciones quienes recogerán el testigo republicano y tendrán que hacer madurar ese proyecto llamado Tercera República.
Un testigo con una larga trayectoria de aportaciones de la juventud: las JSU, la Alianza Juvenil Antifascista, los jóvenes maquis, los jóvenes trabajadores y estudiantes que murieron por un proyecto que hoy debemos recuperar, construir y hacer realidad.
En definitiva, la juventud debe tomar conciencia efectiva, conciencia de clase y conciencia republicana ya que su papel en la construcción de la Tercera República es fundamental.
Por eso condenamos la actitud del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero que ha ilegalizado las dos últimas manifestaciones antifascistas en Madrid, mientras concede permiso a los ultraderechistas a manifestarse contra las organizaciones obreras y los inmigrantes en barrios obreros y pluriétnicos. Frente a la criminalización del movimiento juvenil republicano y antifascista que quiere hacer el Gobierno, sólo podemos decir gracias a los miles de jóvenes que salís a la calle a condenar el fascismo. No permitáis que se os equipare con los racistas y asesinos, vosotros y vosotras sois la única garantía de que algún día lograremos una democracia verdadera, donde el pueblo pueda mandar sobre las grandes empresas, y no al revés: eso y no otra cosa será la Tercera República.
Pero la Tercera ya no es una utopía, se están consiguiendo avances importantes que nos conducirán hacia un Estado republicano y es que múltiples Ayuntamientos y cargos públicos se están sumando, a través de sus plenos municipales, a la exigencia de un Proceso Constituyente. Desde aquí desde esta Plaza de la Constitución hacemos un llamamiento a la gran mayoría asalariada de este país, a la juventud que sufre la precariedad laboral, a los habitantes de los barrios cuyos servicios sociales se ven deteriorados año tras años, a los representantes políticos, al mundo académico, científico, de la Universidad, periodístico, cultural, sindical y a todos los ciudadanos y ciudadanas a hacer suya la exigencia de una República Federal, Solidaria y Laica.
¡POR UNA CONSTITUCIÓN REPUBLICANA FEDERAL, LAICA Y SOLIDARIA!
¡VIVA EL 14 DE ABRIL!
¡VIVA LA REPÚBLICA!
No hay comentarios:
Publicar un comentario