Leo anonadada que el arzobispo emérito de Pamplona, Fernando Sebastián Aguilar, ha defendido la posición de la Iglesia contra la eutanasia comparándola con la “muerte digna” de Jesús en la cruz. Este obispo, quien ya nos sorprendió cuando pidió el voto a Falange Española de las JONS y otros partidos de ultraderecha hace unos años, vuelve a utilizar la buena fe de muchos cristianos para defender sus ideas fascistas.
Dice el diario El Adelanto de Salamanca: “Sebastián ha proclamado la oposición de la Iglesia Católica a la eutanasia al defender que la muerte de Jesucristo en la cruz fue "absolutamente digna" a pesar de que "no tuvo cuidados paliativos". Sebastián, encargado de pronunciar el pasado Viernes Santo en Valladolid el tradicional Sermón de las Siete Palabras ante miles de personas congregadas en la Plaza Mayor, catequizó sobre el modo en que los cristianos deben enfrentarse a la muerte: "Jesucristo miró a la muerte cara a cara, con confianza, la aceptó con amor y la vivió descansando en los brazos del Padre Celestial". "¿Alguien puede decir que la de Jesús no fue una muerte digna?", interpeló el arzobispo emérito, quien ha animado a los hombres a acercarse a Dios para "encontrar dignidad" con que afrontar la muerte.”
Haría mejor el arzobispo Sebastián en recordar al Jesús que expulsó a los mercaderes del templo, o al que vaticinó que “es más fácil que entre un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos”. Estos planteamientos son los que le llevaron a ser peligroso para las clases dominantes de su época, que le asesinaron mediante la crucifixión, el modo en que se ejecutaba a los peores criminales.
No fue el hecho de ser torturado tres días y asesinado mediante muerte lenta lo que confiere una “muerte digna” a Jesús, sino los motivos que le llevaron a ser perseguido: la defensa de los pobres, su llamamiento a la austeridad y la unión entre los hombres, y su condena a la hipocresía de las autoridades religiosas.
Si Sebastián de verdad quiere imitar a su profeta, lo mejor que puede hacer es abandonar sus túnicas de seda y sus ideas fascistas y dedicarse a recorrer los barrios obreros como han hecho otros miembros de la Iglesia (Leonardo Boff, Casaldáliga, Padre Llanos, los de la parroquia de Entrevías…), obteniendo a cambio una auténtica “crucifixión” por parte de la jerarquía dominante.
Mientras tanto, le rogaría que se abstuviese de predicar acerca de cuánto dolor tienen que sufrir nuestros familiares antes de poder hallar el descanso eterno, cuestión sobre la cual Jesús se abstuvo de opinar, a pesar de lo prolífico de su enseñanza.
Maria Jesús González Batán,
Licenciada en Filosofía y cristiana.
Dice el diario El Adelanto de Salamanca: “Sebastián ha proclamado la oposición de la Iglesia Católica a la eutanasia al defender que la muerte de Jesucristo en la cruz fue "absolutamente digna" a pesar de que "no tuvo cuidados paliativos". Sebastián, encargado de pronunciar el pasado Viernes Santo en Valladolid el tradicional Sermón de las Siete Palabras ante miles de personas congregadas en la Plaza Mayor, catequizó sobre el modo en que los cristianos deben enfrentarse a la muerte: "Jesucristo miró a la muerte cara a cara, con confianza, la aceptó con amor y la vivió descansando en los brazos del Padre Celestial". "¿Alguien puede decir que la de Jesús no fue una muerte digna?", interpeló el arzobispo emérito, quien ha animado a los hombres a acercarse a Dios para "encontrar dignidad" con que afrontar la muerte.”
Haría mejor el arzobispo Sebastián en recordar al Jesús que expulsó a los mercaderes del templo, o al que vaticinó que “es más fácil que entre un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos”. Estos planteamientos son los que le llevaron a ser peligroso para las clases dominantes de su época, que le asesinaron mediante la crucifixión, el modo en que se ejecutaba a los peores criminales.
No fue el hecho de ser torturado tres días y asesinado mediante muerte lenta lo que confiere una “muerte digna” a Jesús, sino los motivos que le llevaron a ser perseguido: la defensa de los pobres, su llamamiento a la austeridad y la unión entre los hombres, y su condena a la hipocresía de las autoridades religiosas.
Si Sebastián de verdad quiere imitar a su profeta, lo mejor que puede hacer es abandonar sus túnicas de seda y sus ideas fascistas y dedicarse a recorrer los barrios obreros como han hecho otros miembros de la Iglesia (Leonardo Boff, Casaldáliga, Padre Llanos, los de la parroquia de Entrevías…), obteniendo a cambio una auténtica “crucifixión” por parte de la jerarquía dominante.
Mientras tanto, le rogaría que se abstuviese de predicar acerca de cuánto dolor tienen que sufrir nuestros familiares antes de poder hallar el descanso eterno, cuestión sobre la cual Jesús se abstuvo de opinar, a pesar de lo prolífico de su enseñanza.
Maria Jesús González Batán,
Licenciada en Filosofía y cristiana.
1 comentario:
Totalmente de acuerdo con Mª Jesús. Aunque uno no comparta las creencias cristianas ni religiosas pero hay la tolerancia es esencial para la convivencia pacífica entre las personas. Y eso la Iglesia no lo practica y genera, claro, crispación y malestar.
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