sábado, 1 de marzo de 2014

EL ALCALDE, LA GACETA Y EL PARKING DE COMUNEROS

Nuestro alcalde está muy equivocado, pero él ni lo sabe ni lo intuye ni, por supuesto, se lo plantea. Está tan pendiente de sus cosas que no es capaz de pararse un momento a reflexionar, quizá por la falta de costumbre.

La Gaceta tampoco acierta. Se ve tan firme en sus extemporáneas convicciones que aún no se ha dado cuenta. No ha caído en la cuestión.
Y es que, además, sólo ellos tienen la razón. Todo lo que puedan pensar otras personas es un ataque frontal no sólo a ellos sino a toda la humanidad.

Una línea editorial que mantiene tan firme coherencia desde su fundación que cuando trata ciertos temas nos provoca un desagradable viaje que nos coloca 77 años atrás.

Pongamos un ejemplo, el jueves, 27 de febrero, gritaba a la humanidad que por favor le permitan convertirse en el Censor Mayor de la provincia,  maldiciendo contra la libertad de expresión y presionando para que en la Facultad de Geografía e Historia no se permitan actos con los que este medio no está de acuerdo.

Por su parte, nuestro bieneducado alcalde cree (porque es un hombre de firmes convicciones) que él, su partido y su equipo de Gobierno son los que tienen que proponer y los demás (o sea el resto de los ciudadanos y ciudadanas) acatar, aceptar y, por tanto, envainársela. Eso sí, como él viene diciendo y la Gaceta publicando, con mucho, mucho diálogo.

Pero es que, en todo esto, falta un ingrediente que ninguno de los dos ni el dialoguista/monologuista ni el medio que todo lo puede y quiere poder: el respeto a la democracia. Porque sus posiciones, poses, comportamientos y actitudes son incompatibles con lo que debería ser un sistema democrático.

Si no ¿a qué ese empecinamiento del Supremo Munícipe de que está dispuesto a dialogar hasta que los vecinos de Comuneros cedan, por agotamiento, a su pretensión? Cuando ellos le han repetido hasta la saciedad que el proyecto de parking ni lo han pedido ni lo creen necesario y que, además, les puede causar un grave perjuicio.

Los vecinos temen que sus viviendas pueden verse perjudicadas gravemente por las obras y los comerciantes tienen la convicción de que, a consecuencia de éstas, sus ventas podrían bajar hasta el punto de poner en riesgo sus pequeños negocios y, por tanto, su medio de vida en esta coyuntura de gravísima crisis.

¿No son estas razones más que suficientes para paralizar el proyecto?

El alcalde, con La Gaceta bajo el brazo, se confunde porque no entiende y le pilla fuera de juego porque lo que plantean los vecinos de Comuneros es algo más que la paralización de ese proyecto. No es capaz de comprender que los vecinos lo que le están reclamando es más democracia.


                 En plenas elecciones municipales La Gaceta nos ofrecía esta imparcial información

Porque la gobernanza debe sostenerse sobre los intereses de la mayoría (en este caso los vecinos, vecinas, familias y comerciantes de la zona de Comuneros). El Alcalde sólo quiere monologar hasta el aburrimiento y el hartazgo.

La democracia no es que lo que uno diga (el alcalde) y entonces tiene (sí o no) que hacerse. A veces es muy conveniente hacer lo contrario. Que los vecinos y vecinas puedan participar en la decisión sobre los proyectos que necesita su barrio a través de un sistema de presupuestos participativos como ocurre en algunos municipios de nuestro país.

Pero, claro, el mero planteamiento de profundizar en la democracia (o acercarnos un poco a ella) provoca en ese cúmulo de papeles que sujeta a veces el sobaquillo de nuestro insigne alcalde unos titulares a cuatro columnas del estilo:¡¡¡Los extremistas quieren dar un golpe contra la democracia!!!

Y para que quede claro, citaremos a la inversa a José Luis Cuerda, ni él es necesario ni los demás somos contingente ¡Faltaría más!

Ángel García

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