miércoles, 22 de enero de 2014

LA DISTORSIÓN DEL TÍO GILITO

“España está en un momento fantástico”. O así deberíamos de pensar
leyendo ciertas declaraciones de grandes prohombres. Pero una
sugerente tarea es leer sin fe, desde la distancia o, al menos, con una
dosis de escepticismo lo que se escribe o trascribe en los medios de
comunicación.


Si hiciéramos caso a la sugerencia, reflexionaríamos (mejor) lo leído.


Uno puede sustraerse a su vida y a su entorno y pensar o llegar a la
conclusión de que en realidad no pasa nada, que tiempos peores hemos
vivido, porque como esta sociedad ha avanzado mucho, pocos motivos
hay para la queja.


Poca credibilidad daríamos a estas palabras si las dejamos en el anonimato
de su autor, pero antes vayamos a lo que íbamos, que no era sino
comentar la brecha salarial cada vez mayor entre los ricos y los
pobres que se ha publicado hace unos días.

 
Y es que, como diría Montoro, los salarios han crecido moderadamente. Y así
es: las retribuciones de los directivos se han incrementado un
7%. Para qué vamos a hablar de los sueldos de los trabajadores
asalariados.... Sin embargo, y para llevar la contraria al Ministro,
hagamos números:


En 2007 el sueldo medio mensual de un dirigente de una empresa era de
4.900 euros, en diciembre de 2013 (en plena crisis) ha pasado a ser de
5.735 euros. ¿Será a esto a lo que se refiere el Gobierno cuando habla
de que hay síntomas de recuperación en la economía? Mientras, el
salario medio hoy de un trabajador es de 1.521 euros al mes.


En Salamanca, recordemos, una de las provincias más pobres de España, un
trabajador cobra, de media, 3.500 euros menos al año que la
media nacional y 4 de cada 10 trabajadores salmantinos no alcanzan
1.000 € de salario mensual.


Estamos sufriendo un ataque despiadado contra la clase trabajadora porque
el empeño desmedido e insaciable del capital está provocando, en
palabras de Eric Toussaint, “aumentar la plusvalía absoluta: bajando los
salarios reales y en ciertos casos aumentando el tiempo de trabajo”.


Volvamos a la frase del principio y a su autor. Se trata de un individuo que
debería de llevar ya unos años en la cárcel no por esta frase ¡faltaría
más! sino por delitos de fraude de los que le absolvió la mano visible de
María Teresa Fernández de la Vega.


Este señor, que hace honor a su apellido porque
parte de su capital fue así obtenido, según Juan
Torres, sufre de un caso típico de distorsión
cognitiva: “confunde el todo con la parte, sus
intereses con los del conjunto de los
españoles”.


Su Banco ha obtenido, en 2013, 4.722 millones
de euros de beneficios de ahí le viene a él
esa distorsión o tic del Tío Gilito que viene a
ser la misma que la del Ministro porque ambos
tienen la misma perspectiva de miras y por eso
España está en un momento superguay o
fantástico de la muerte, como prefieran.


Ángel García Sanchez

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