domingo, 14 de abril de 2013

INTERVENCIÓN DE ÁNGEL GARCÍA, SECRETARIO POLÍTICO DEL PCE, EN EL ACTO EN CONMEMORACIÓN DE LA REPÚBLICA

El 14 de abril de 1931 y, más o menos a estas horas, en nuestra Plaza Mayor, abarrotada de gente y con el sonido de fondo de La Marsellesa, como himno provisional republicano, Primitivo Santa Cecilia (nuestro primer alcalde republicano); Casto Prieto Carrasco (el último alcalde republicano); Tomás Marcos Escribano (que sería el Presidente de la Comisión Gestora de la Diputación Provincial) acompañados de otros dirigentes republicanos y, junto a Unamuno fue nombrado alcalde honorario y, cuatro días después, rector de la Universidad a propuesta de los estudiantes salmantinos, se subieron al balcón del Ayuntamiento donde, en medio de un impresionante silencio, Miguel de Unamuno proclamó la República con estas palabras: “termina una dinastía que nos ha empobrecido, envilecido y entontecido”.
Pero los Borbones volvieron de la mano de Franco para continuar la tarea de sus antecesores: empobrecernos, envilecernos y entontecernos.
En Salamanca fue donde se gestó la derecha responsable políticamente del golpe de Estado fascista de julio de 1936. Una derecha que logró hacerse con el control absoluto de la prensa local y que mantuvo íntimas relaciones con la iglesia tan necesaria, entonces y ahora, para amedrentar desde el púlpito a los trabajadores y a las trabajadoras.

Aunque ya tenían en sus manos la Gaceta Regional, el líder de la derecha, Gil Robles, asume la dirección de este medio, según sus propias palabras, “en representación de las fuerzas de derechas católicas”.
No había nada nuevo porque La Gaceta se creó para “defender con denuedo los principios básicos del Orden Social –Religión, Autoridad, Patria-.”
¿A qué viene traer estos recuerdos? Los traemos porque este presente es consecuencia de aquel pasado. Estamos lastrando aquel pasado. Porque, aunque hayan pasado 82 años la historia nos da una lección devolviéndonos a un presente con muchas similitudes a aquel momento histórico.
Los extremistas ataques que hace La Gaceta de un chaval que hizo de piquete informativo en una huelga general, los epítetos de “amigos de los terroristas” de aquellos intelectuales y gentes de la cultura que han venido a Salamanca a exponer sus ideas y a llamar a la movilización contra el pensamiento único o la reciente criminalización de la asociación mayoritaria de estudiantes salmantinos, CEA, no busca más que mantener esos principios que decía defender: la Autoridad, el Orden y la Patria.
Hace 82 años las movilizaciones de los trabajadores y las trabajadoras trajeron consigo un cambio de régimen, se pasó de uno donde los privilegios generaban pobreza, desigualdad, analfabetismo a otro que aportaba otros valores y, por tanto, otras políticas que llevaron a invertir en escuelas públicas, e intentar erradicar el analfabetismo, en el reparto de la tierra que entonces era lo mismo que repartir la riqueza o poner a la iglesia en el sitio que debía ocupar: sólo en sus púlpitos. ¡Y ya es bastante!
Porque la historia no es el relato de unos hechos que ya pasaron, sino que a veces actúa como un detonante de los cambios al encontrarnos con tantas similitudes que nos advierten y que nos recuerdan que otras personas, como nosotros, podemos cambiar las cosas como lo hizo aquella generación
valiente de republicanos y republicanas que tenía la conciencia y la fortaleza de saber que ellos y ellas podían aspirar a un mundo mejor.
El régimen borbónico amparaba la corrupción y el poder político y el económico. Caminaban de la mano: uno gobernaba para el otro y el otro recompensaba por ello al primero. Ese juego de reciprocidades constituía la base de un sistema que recaudaba de los pobres para dárselo a los ricos.
Una monarquía corrupta no es ni una excepción ni un hecho aislado. Es una tautología. Desde el momento en que un régimen concede privilegios a unos frente a otros, el sobre de la corrupción está abierto para introducir en él la impunidad.
El 14 de abril de 1931 los trabajadores y las trabajadoras fueron muy conscientes de que bajo el paraguas de la monarquía se cobijaban los intereses de los ricos, de los dueños de las tierras y de los medios de producción; además de una iglesia empeñada en adoctrinar conciencias para el inmovilismo; y un ejército siempre dispuesto a la represión contra cualquier manifestación de los trabajadores y de las trabajadoras.
Esta Monarquía, la actual, ha amasado una fortuna que procede del saqueo que su abuelo y su padre realizaron en España, dinero a costa de muchas vidas humanas. Porque la herencia suiza del Borbón actual procede de su padre, del Juan que se ofreció a Franco para matar rojos y del Alfonso que dejó un país con una población analfabeta y que se moría de hambre. ¿Por qué sus vasallos no quieren que las cuentas del Rey se hagan públicas? Ya dijo Juan Carlos Monedero que si la memoria se hurta, los timadores son reyes.
Apostar por la República no es sólo la desaparición de este icono feudal (que ya va siendo hora), es profundizar en los valores laicos, democráticos y éticos que debe tener la política, devolver en su integridad la soberanía a la mayoría; vencer y derrotar los privilegios. El cambio del jefe del Estado no sería más que, como dice Anguita, el último detalle.
Reivindicar la República es reivindicar otras formas de acción política democráticas. No es legítimo gobernar a golpe de Decreto-Ley para adoptar medidas que perjudican gravemente las condiciones de vida de la mayoría de la población. Porque esos decretos hacen que miles de personas pierdan sus puestos de trabajo, se queden sin sus viviendas o vayan a tener serias dificultades para cobrar prestaciones por desempleo o para acceder a una pensión de jubilación.
Se está trabajando ya en la puesta en marcha de un proceso constituyente hacia la III República y se está llamando a la mayoría de la sociedad, a quienes somos víctimas de un sistema que sólo está capacitado para producir pobreza y miseria de una mayoría frente al enriquecimiento ilícito de una minoría.
Esa mayoría de ciudadanos y ciudadanas queremos ser protagonistas porque somos los titulares de la democracia y tenemos al menos la obligación ética de optar por decidir nuestro futuro. Por eso hoy más que nunca apostemos por la 3ª República Española.
¡¡VIVA LA REPÚBLICA!! ¡¡VIVA EL 14 DE ABRIL!!

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