miércoles, 2 de septiembre de 2009

Para el PCE-Salamanca la descomposición del sistema productivo exige una transformación social radical

Valoración del PCE-Salamanca de los datos de paro de Agosto-2009.

Los datos de demandantes de empleo, paro registrado, contratos y prestaciones publicados hoy siguen poniendo de manifiesto la gravedad de la crisis económica del sistema capitalista y su incidencia en la provincia de Salamanca.

Es cierto que se ha producido un mínimo descenso de los demandantes de empleo respecto al mes de julio, en concreto de 53 personas, lo que representa el 0,21%, lo que sin duda llevará a análisis triunfalistas de algún representante de la Administración.

Sin embargo estos datos, puestos en relación con los correspondientes a las contrataciones realizadas, deben considerarse como muy negativos. En agosto se han celebrado 2.033 contratos menos que en julio (un 21,33% menos) y en sólo un año el paro ha aumentado en 6.000 personas (un 32,02%).

Si consideramos las especiales características del mercado de trabajo salmantino, con un peso muy importante del sector de la hostelería ligado al período estival, la situación no puede ser más preocupante: si en verano descienden las contrataciones, el futuro inmediato es ciertamente sombrío; el ligero descenso del paro no se ha debido, por lo tanto, a que haya más personas trabajando en nuestra provincia, sino a los ya conocidos traslados veraniegos hasta otras provincias para realizar trabajos estacionales. Como era de esperar, el descenso de la contratación se ha notado especialmente en los contratos indefinidos, un 26,95 menores a los celebrados en julio.

La descomposición del sistema productivo exige una profunda reflexión colectiva y una transformación social radical. No podemos continuar observando pasivamente la situación ni admitir como algo inevitable lo que está sucediendo; la crisis es propia del sistema capitalista, que se fundamenta en el reparto desigual de la riqueza, y como todas las crisis de este sistema no afecta a todos por igual, sino que supone ahondar la brecha entre los que se empobrecen y los que no sólo no se ven afectados sino que aumentan de forma escandalosa su enriquecimiento. La cada vez más brutal desigualdad en la distribución de la riqueza no es inevitable; el desarrollo científico y tecnológico garantiza la posibilidad de que todos los seres humanos puedan vivir de forma digna, siempre que la riqueza se distribuya de forma justa. Las crisis no son solamente períodos de dificultad para la mayoría, sino también momentos de cambios futuros: la salida de esta crisis puede ser la que quieren los adalides del capitalismo y del liberalismo más recalcitrante (pérdida de derechos de los trabajadores, reducciones salariales, aumento de beneficios empresariales y bancarios, degradación del trabajo), o por el contrario puede ser una oportunidad para sentar las bases de otro modelo económico, de una mejor distribución de la riqueza, de una garantía del derecho fundamental de todos a vivir dignamente, de valorar el trabajo frente a la especulación y de terminar con una economía especulativa en la que se confunde el valor con el precio. Es el momento de iniciar un gran debate social que defina nuestro futuro y en el que todos seamos protagonistas y partícipes.

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